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ÉDUCATION POPULAIRE (equipo Ginebra/Zurich)

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Translations

En Francia, el término “Educación Popular” (éducation populaire) generalmente se refiere a la educación que está tomando lugar fuera de las instituciones de enseñanza tradicionales, y que apunta al mejoramiento del sistema social.

Se puede encontrar una arqueología de la educación popular en los siglos XVIII o XIX, por ejemplo con la Liga de la Enseñanza (Ligue de l’enseignement), fundada en 1866 por Jean Macé, cuyas ideas conducirán a la creación de una escuela libre, obligatoria y secular; o con la primera “Universidad Popular” en 1898, cuyo objetivo era:

 “Ayudar a los hombres a ascender a la vida humana, y para eso, deben sentirse más y más capaces de liberarse de la servidumbre interna que está guiando a todos los demás”.

No hay, por supuesto, una definición única del término que pueda ser aplicada a una amplia variedad de prácticas, desde la educación sindical hasta el Cristianismo social o los movimientos Scout, pero el término, como es empleado generalmente, tiene fuertes raíces en la inmediata post Segunda Guerra Mundial.

En 1945, con la idea de deshacerse del sistema de adoctrinamiento organizado por Pétain durante la guerra, se desarrollaron ideas sobre educación popular.

Hay en particular, en 1945, un documento muy interesante, un Manifiesto que es procurado por un grupo de trabajadores sindicales, ingenieros, oficiales, estudiantes, profesores y artistas que se autodenominaban “Pueblo y Cultura” (Peuple et Culture).

Su objetivo es “sentar las bases, de acuerdo con la realidad del momento, de una educación de masas y élites real” y deshacerse de la separación entre el pueblo y la cultura. Ellos creían, en particular, que los artistas debían encontrar nuevas formas de dialogar con públicos más amplios, y que aquellos nuevos métodos no podrán desarrollarse en el marco de las academias de arte.

Insisten en el hecho de que pasados experimentos sobre educación popular se mantuvieron subordinados a los métodos de enseñanza tradicionales, y que nuevos métodos necesitan ser desarrollados y aplicados:

“El método de educación popular no debe ser aquel de la instrucción principal o académica. Los conflictos de la iniciación de un vínculo integral entre el pueblo y la cultura nos conduce claramente a partir con los métodos escolares”.

Esos nuevos métodos requieren técnicos educativos y deben basarse en una aproximación psicológica, conduciendo a una pedagogía funcional. El objetivo deberá ser:

“Preparar a mujeres y hombres en sus funciones sociales e individuales”.

En lo referente a cultura, la primera necesidad, antes que cualquier enseñanza, sería desarrollar una “habilidad cultural”, a través de entrenamientos o ejercicios mentales.

El grupo “Pueblo y Cultura” imaginó a la educación popular integrada en el planeamiento de la ciudad en el futuro, no como una estructura uniforme, sino como propuestas adaptadas a necesidades específicas. Ellos imaginaron tres tipos principales de estructuras:

  • Clubs de ocio populares: en fábricas, instalaciones militares, cine clubs, casas y pensiones juveniles, casas populares.
  • Centros de enseñanza práctica: en particular en contextos sindicales, para preparar a miembros de sindicatos en sus funciones de organización del trabajo y el ocio, y para realizar intercambios sobre conocimiento práctico vinculado a actividades profesionales, en particular en el campo de la agricultura.
  • Centros comunitarios populares, o casas de cultura: para establecer el diálogo entre el artista y el público, y llevar teatro y bibliotecas a áreas rurales.

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Ellos abogaban para que estas estructuras sean financiadas por el estado, para que puedan ser atractivas.

Al mismo tiempo, justo después de la Segunda Guerra Mundial, Jean Guéhenno trata de reestructurar los “hogares para la juventud” (foyers pour la jeunesse) que existían desde inicios del siglo XX. El propone que un hogar debe existir en cada ciudad o pueblo. Siguiendo esta idea, la Federación de “casas de jóvenes y de la cultura” (Fédération de “maisons des jeunes et de la culture”) nace en 1948, y progresivamente tratará de independizarse del estado lo más posible. En la década de 1960, el número de CJC (MJC por sus siglas en francés) aumentó hasta alcanzar 1.200. Esto fue un gran éxito, y se inauguró una casa cada semana.

Una idea esencial de CJC es que los jóvenes se eduquen a sí mismos, tomando consciencia de sus necesidades y posibilidades para hacer cosas. Existen lugares de ocio socio-educativo que proveen equipamiento de diferente tipo: instalaciones deportivas, lugares de reunión, laboratorios fotográficos, etc.

En 1961, otro tipo de casa (maison) es construida: las Casas de la Cultura (Maisons de la Culture). El primer Ministro de Cultura, André Malraux las abriría en 1961 con la idea sólida de descentralizar la cultura. Pero la concepción de arte de Malraux era elitista: su idea principal era la democratización de la cultura, multiplicando las ocasiones para que la gente se encuentre con la cultura, sin embargo, no repensaba cuál era su contenido o cómo era producida.

En Mayo de 1968, en el contexto de las protestas estudiantiles y de trabajadores, algunas Casas de la Cultura fueron ocupadas y se expresaron nuevas demandas. La idea  de Acción Cultural y Democracia Cultural emergen, abogando por la participación directa del pueblo en la producción cultural, y por la transformación de la sociedad a través de la cultura. Los directores de teatros públicos y Casas de la Cultura se reunieron y publicaron la “Declaración de Villeurbanne” (Déclaration de Villeurbanne”), demandando un teatro comprometido y una política de educación a través el arte (“médiation en francés, que tiene un sentido ligeramente diferente).

Ellos subrayan la distancia entre el público existente y el no-público, que corresponde a la vasta mayoría de la gente, que nunca  será alcanzada por la oferta de la corriente cultural, en particular porque la educación en escuelas es demasiado rígida. Por lo tanto, ellos niegan la idea de una simple transmisión de la cultura:

“Nosotros deliberadamente nos rehusamos a cualquier concepción de cultura donde ésta sea objeto de simple transmisión”

Le educación popular hoy, en el mundo francófono, está todavía marcada por aquellos debates y por la confrontación entre la democratización de la cultura y la democracia cultural. Éste es todavía un debate muy polémico; dos publicaciones fueron producidas en la década del 2000 al respecto de la educación popular; un número especial de la revista Cassandre (Magazine Cassandre) en 2013, y de la revista Politics (Magazine Politics) en 2000.

En esta segunda publicación, Jacques Bertin define Educación Popular como:

“[…] la educación que no está enmarcada en la estructura tradicional de la familia, escuela o universidad. […] educación dentro “del tiempo de ocio”, si, pero en la práctica consciente de una colectividad, de la confrontación y del compartir […] una educación que no se limita a la “alta cultura” […] finalmente, el aprendizaje de la ciudadanía no es solamente politización, sino una práctica activa: el arte de hablar en público, la capacidad de escuchar, manejar un grupo, e integrarse en la sociedad…”

Además, haciéndose eco del Manifiesto “Pueblo y Cultura” de 1945, él ve a la subversión como la misión clave de la educación popular, concediéndole un rol específico en las sociedades neoliberales.   

“Cualquiera sea el ángulo desde donde nos aproximemos al conflicto, la conclusión que prevalece es: la educación popular no puede escapar a su profunda vocación: la subversión […] Eso, el sector empresarial no lo hará nunca.”

La educación popular –con esta concepción o no- está todavía ganando espacio en varias estructuras diferentes en el área francófona por supuesto- universidades populares, universidades de trabajadores, clubs, casas comunales, centros culturales, etc. Podemos notar que en Francia, un estatus oficial de “educación popular” existe y fue dado por ejemplo a ATTAC para sus actividades.

Y finalmente, debemos notar que estructuras importantes para la educación popular son escuelas dirigidas a/manejadas por migrantes. Una defensa/redescubrimiento de “lenguas maternas” está en el centro de varias estructuras de educación popular (Escolas Calandretas para Occitan, Bressola para el Catalán…) desafiando la noción centralizada de cultura que fue largamente el proyecto del gobierno Francés. Esto se conecta de manera interesante con nuestra investigación sobre Paulo Freire en Ginebra, siendo que Freire habla, en “Pedagogía de la esperanza”, sobre su diálogo con trabajadores españoles en Ginebra, quienes estaban dirigiendo una escuela para que sus hijos no sean adoctrinados dentro del sistema escolar suizo.

“Los niños pasaban el día regular de escuela en escuelas suizas, y ellos, en ciertos días, iban a esta otra escuela también, donde podían “repensar” lo que habían aprendido o estaban aprendiendo. El objetivo principal y predominante de los trabajadores era, por un lado, reducir el riesgo de presenciar la alienación de sus hijos - disminuido ya que estos niños eran de su propia cultura-, un riesgo grandemente intensificado por las escuelas suizas, que eran absolutamente competentes desde el punto de vista de los intereses dominantes; y por otro lado, estimular en los niños una forma crítica de pensamiento  [...]” (p.139)


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