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Glosario alrededor de pensar y trabajar sobre la experiencia - Compendio de miradas

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Grafik experiencia 2

grupo Bogotá

Este documento plantea algunos cruces temáticos, preguntas y cuestiones en común que presentan los textos y presentaciones realizadas en el marco del glosario multi-vocal sobre la experiencia que se llevó a cabo el 31 de marzo de 2016 en Bogotá. Participaron los representantes de San Juan de Puerto Rico, Brasilia (Brasil), Kampala (Uganda), El Cairo (Egipto), Bogotá (Colombia) y como oyentes estuvieron representantes de México D.F. (México), Toronto (Canadá) y Zurich (Suiza).

Los tonos de las intervenciones son variados, algunos son declaraciones, otros ejemplifican referentes y descripciones de problemáticas en contextos o lugares puntuales. Estas participaciones reivindican un marco local desde el cual se trabaja y problematiza la experiencia en cada grupo.

Más que definiciones cerradas de lo que la experiencia es o puede ser, los documentos presentan irrupciones o dificultades en el trabajo con el término experiencia y la ponen en relación con diferentes lugares de acción como la producción, la mediación y la educación en artes.

 

Contextos desde donde se trabaja o piensa la experiencia

 

Los grupos abordan una serie de conceptos que complejizan el trabajo con o desde la experiencia. Términos asociados con: el intercambio o la naturalización de ésta que dificultan su trabajo; el sistema artístico o la educación hegemónica, que esconden su real emergencia; o la conceptualización y sistematización como unos contrapuntos necesarios para su visibilización.

 

El grupo de Brasilia presenta un trabajo desde la mediación, entendida como una relación entre personas generada por voluntad propia, y destaca en esta relación de mediación el término intercambio. Es desde este término y lo que él puede requerir, que se reflexiona sobre la experiencia y si es posible, por ejemplo, vivir experiencias de otros o compartir justamente las experiencias.

 

Lo anterior conlleva una dificultad, para hacerla explícita, se resaltan características de la experiencia que no se contemplan comúnmente y que hacen difícil pensar un verdadero proceso de este intercambio: “(...)no considera que estas experiencias, más que divergentes o contradictorias, pueden ser eventualmente traumáticas, violentas o disruptivas. De tal modo que no sucede al azar que en estas situaciones prevalezca una concepción ingenua de las experiencias.” [1]

 

Aparecen además en esta dificultad, problemáticas que se asocian a la receptividad y la manera como se asocia el intercambio siempre como algo acumulativo y benéfico “(...) esto se refiere a una forma voluntaria de interacción, desde la cual los participantes solo pueden beneficiarse. De ahí que el intercambio parezca atribuir a estas situaciones, un positivismo sin sospecha, marginando la receptividad al disenso.”[2] En ese sentido, se presenta la heteronomia como posibilidad o “gesto casi imposible en este tiempo (...) un gesto que promueve un sentido de heteronomía como compromiso hacia el afuera, los otros y el mundo, aún margina la heteronomía como sumisión a la explotación.”[3]

 

En este contexto de mediación, se trae el pensamiento de Jorge Larrosa: “Larrosa se ha convertido probablemente en el mayor referente para el debate sobre la experiencia en Brasil. Su propuesta para una educación basada en la experiencia - que no significa basada en la ciencia aplicada ni en la praxis política - denuncia cuatro obstáculos que han enrarecido las experiencias: el exceso de información, opinión y trabajo, y la falta de tiempo.”[4]

 

 

Por otro lado, la dificultad para abordar la experiencia, es trabajada por el grupo de Bogotá desde una reflexión sobre su propia definición y cómo podría contrastarse con lo que hoy significa dentro del sistema artístico y su componente educativo. Se puntualiza el término como “experiencia artística”, complejizándolo hacia dos lugares desde los que es posible entenderlo. Por un lado, como parte integral de la experiencia de todo ser humano; y por otro, como una forma que ha sido instituida en el sistema de las artes relacionada con cánones, artistas y formas de arte, legitimadas y específicas. Esto señala una tensión, que este sistema artístico o de las artes no tiene necesariamente que ver con lo que la experiencia artística, como parte de la experiencia humana, puede ser: “es necesario reconocer que este camino en el cual el sistema del arte opera hoy, puede no tener ninguna relación con la experiencia artística.”[5]

 

En este sentido se menciona el sistema artístico como un “régimen de singularidad” en el que se apunta solo a la auto-legitimación del campo y al afán de hacerse visible dentro de éste. Desde aquí, el grupo se sitúa en diversos lugares de trabajo en la educación institucional y el campo de las artes, cuestionando el lugar de la enseñanza del arte, la experiencia artística, la producción y formación de artistas. Todo ello inserto en un medio de prácticas específicas, incluidas aquellas que acontecen en el sistema escolar.

 

Trabajando también en un ocultamiento o sobre la difícil aparición de la experiencia y puntualizando en el mundo educativo, el grupo de San Juan se pregunta por la experiencia en el marco institucional e histórico de la educación en Puerto Rico. Planteando el tránsito por dos tipos de educación: la colonial y la hegemónica. Primero una española y luego otra estadounidense, las cuales no dan cabida más que a unos modos naturalizados de educación que controlan y disocian de la vida la posibilidad de experiencia.

 

Sin embargo, su intervención reconoce en la educación, la facultad de encontrar criterios para trabajar e interpretar la experiencia de vida y sacarla de este estado de colonialidad: “la colonialidad del saber y el poder está fundada sobre los sentidos comunes que ha producido la experiencia colonial en la historia de la humanidad. Para los puertorriqueños y puertorriqueñas esta colonialidad, que con diversos matices penetra las estructuras del sentir en la experiencia latinoamericana, entronca con el colonialismo como realidad política y jurídica. La educación implica, pues, el descubrimiento de criterios para interpretar la experiencia con lentes que disipen la niebla de los sentidos comunes; las tinieblas de la colonialidad”[6]. Se propone entonces una vuelta, en la que la experiencia se transforma en la base del proceso educativo, a través de lo que se reconoce como experiencias liberadoras, que “no sólo construyen nuestra subjetividad, sino también la materialidad misma de las posibilidades  emancipadoras”[7]. Es en este sentido que se relaciona lo anterior con la educación artística: “La experiencia estética, así como la afectiva, invisibilizadas como zonas de producción de conocimientos, emergen con una nuevas carga de potencialidad.”[8]

 

Las preocupaciones por la colonialidad, sus herencias e implicaciones son también puntos de partida comunes, esta vez en África. El grupo de Kampala aborda la experiencia en su relación con los aspectos políticos y económicos que afectan las diferentes esferas de su vida cotidiana: “Uno de los trabajos que tratamos de hacer en nuestro proyecto en Uganda es tratar de analizar y dar cuenta del escenario sociocultural y político en el que vivimos, tratando de entender y describir las cosas tal y como existen”[9]. En este sentido, reconocen que la experiencia se ve supeditada a las posibilidades de un sistema cultural atravesado por el neoliberalismo e intereses internacionales, y que está relacionada directamente con la vida cotidiana y las circunstancias que la condicionan o atraviesan.

 

Este grupo denuncia cómo el neoliberalismo frena una ola de liberación que venía dándose en África, condicionando nuevamente sus posibilidades a otras formas de control y dependencia de capitales o intereses transnacionales.

 

El interés por estos procesos dirigen el trabajo del grupo a pensar los vínculo que, desde un marco político y económico general, afectan su vida cotidiana y las formas o posibilidades de la escuela: “Encontramos que el asunto central de la decolonización requiere revisitar la historia de la educación, el currículo, su organización, la accesibilidad a este y las condiciones materiales específicas de su existencia, y debido a que la experiencia artística fue dejada de lado en la historia contada por el colonialismo hay que generar un lugar desde el cual se pueda pensar lo local y repensar las teorías de enseñar y aprender a través de las cuales la historia del colonialismo encontró sus raíces.”[10]

 

El grupo, propone también “ubicar investigadores y teóricos que se sitúan y hablan desde el sur” con el fin de entender y configurar un pensamiento hecho desde esta parte del globo. De esta forma se invita a dialogar con postulados de Walter Mignolo y la posibilidad de “dejar de pensar en “no sur” y empezar a pensar más bien “sur hacia el norte””[11].

 

Desde los procesos de creación y enseñanza de las artes, en la voz de una creadora de imágenes, El Cairo trae la pregunta por la transición entre la experiencia y el concepto “producir/distribuir/leer imágenes de concepto y producir/distribuir/leer imágenes de experiencia[12]. ¿Qué significa enfatizar en uno u otro término dentro de un proceso? O como necesariamente los procesos de creación transitan entre ambos.

 

Además, plantea como en la educación artística aparece esta transición, reconociendo las posibilidades de trabajar desde ella en el reconocimiento de lo que se hace y se genera con las imágenes que creamos “cómo un significado se altera, cómo la importancia se desplaza y cómo todo esto es muy subjetivo cuando sucede. Entendiendo que da a los creadores de imágenes (tanto profesionales, practicantes, aficionados como estudiantes) mucha más percepción en la lectura de imágenes combinada con factores de tiempo y contexto, a la vez que infinitas perspectivas de lecturas y entornos en la vida real.”[13]

 

 

Posibles formas de abordar puntualmente la experiencia

 

Si bien no se podría generar un definición cerrada o certera de lo que la experiencia es, el trabajo de los grupos alrededor de este término nos muestra unas características comunes que la sitúan en el campo de los sentidos, lo estético y lo cotidiano; y en comentarios más específicos, como un flujo o devenir constante, una característica inherente a la condición humana, o una relación potente que se tiene con el contexto y la realidad antes que con sistemas establecidos.

 

Todos entienden la experiencia desde la complejidad de lo que le acontece al sujeto, algo que le ocurre en su singularidad y contexto (como lo evidencia más literalmente el grupo de San Juan), que compromete todos los sentidos y; por tanto, es de difícil división y comunicación (como lo presenta el grupo de Brasilia), y que se relaciona con su memoria y percepción como parte de la condición humana (como lo enuncia el grupo de Bogotá)

 

El grupo de Brasilia cita el texto titulado Experiencia y Pasión de Jorge Larrosa, en el que las experiencias “más que <aquello que sucede dentro de nosotros, aquello, que nos sucede, aquello que nos toca>, son <el flujo de la existencia, el flujo de un ser que no tiene esencia, ni razón, ni fundamento, pero existe siempre en forma singular, finita, inmanente, contingente>.”[14]

 

De este modo, la experiencia aparece como algo complejo de intercambiar, poner en cuestión o reproducir, que no se presenta necesariamente como algo simple, positivo o fácilmente acumulable, y que como se mencionaba anteriormente se enrarece por cuestiones propias de la cotidianidad que enfrentamos (exceso de información, opinión y trabajo, y falta de tiempo). Sin embargo, y siguiendo a Larrosa se menciona su postura, en la que las experiencias son posibles después de un “gesto de irrupción” aunque este es “casi imposible en este tiempo”.

 

Finalmente, presentan la experiencia como una definición que en este contexto particular el brasileño,está entre la memoria y la sensación, y que siguiendo a Raymond Williams, permanece entre la idea de experiencia “pasada” como conocimiento reunido, y experiencia “presente” como tipo de sensibilización.

 

El grupo de Bogotá presenta la experiencia como parte fundamental de la condición humana, relacionándola con elementos como la memoria, percepción y nuestra propia construcción como elementos asociados a la experiencia artística. La cual, de esta manera se liga más a los sentidos y a la cotidianidad más allá de una experiencia particular, o que ocurre solo en lugares específicos (las clases o sistemas artísticos).

 

Aparece aquí una condición “integral” de la experiencia, que reúne o relaciona las diferentes formas de experiencia artística o disciplinar, asociándose a la vida y ampliándose a una dimensión mayor, a la vez que reconoce su pérdida en los sistemas cerrados o parcializados. Se plantea la pregunta por si la experiencia puede ser despertada, dirigida o formada tanto dentro del ámbito del arte como de la educación.

 

Si bien la experiencia artística es solo un posible abordaje, también se hace necesaria una distinción u ordenamiento  a partir de acepciones relacionadas con la experiencia vivida, la experiencia estética, las perspectivas filosóficas asociadas a esta definición  cercanas al pragmatismo y la experiencia cotidiana.

 

Una experiencia que parte del contexto y aparece perdida en los sistemas parciales, estandarizados o naturalizados, es abordada también por el grupo de San Juan cuando se hace referencia a los sentidos comunes como forma de naturalizar lo enseñado y lo aprendido. Es para el grupo, la educación colonial o hegemónica la que no permite la aparición de una experiencia y de un trabajo situado o vivido.

 

La posibilidad de experiencia, desde el replanteamiento de las prácticas educativas aparece entonces como un camino de liberación o emancipador: “la experiencia deja sedimentos que no solo construyen nuestra subjetividad, sino también la materialidad misma de las posibilidades emancipadoras. Es por eso que no solo nos importa afinar los lentes para interpretarla, sino propiciar experiencias liberadoras”[15] a partir de lo cual se plantea siguiendo autores como Paulo Freire o Samuel Araújo “la validación de experiencias y conocimientos que han sido desvalorizados, así como la posibilidad de compartir con otros la experiencia propia”[16]

 

Y se reconoce entonces el trabajo desde lo estético, cultural y afectivo como modos de propiciar o desarrollar estas experiencias liberadoras: “La experiencia estética, así como la afectiva, invisibilizadas como zonas de producción de conocimientos, emergen con una nueva carga de potencialidad”[17]. Desde esta perspectiva el grupo plantea una conexión con la gestión cultural, que es su campo de trabajo,ésta “es vista como plataforma educativa en la medida en que aporte nuevos criterios para interpretar la experiencia y promover el pensamiento crítico.”[18]        

 

Siguiendo esta línea, el grupo de Kampala pregunta también por las influencias coloniales y hegemónicas. Ubica la experiencia en un lugar más amplio que lo artístico o educativo cuando reconocen su lugar de trabajo: “sabemos que en este momento estamos en un ciclo de electropolítica muy distinto de lo que sucede en la escena cultural y del arte”[19] centrándose por ejemplo en la palabra cultura, como aspecto que pertenece mayormente a dinámicas vitales, “por cultura me refiero [George Shire] a todo lo que se vive en la cotidianidad, y me aproximaré a la noción de experiencia a través de tres categorías interconectadas: experiencia participativa, experiencia distributiva y experiencia representativa.”[20]

 

De este modo, pensando en cultura, se sostiene de una manera más contundente la relación experiencia-colonialidad o experiencia-neoliberalismo “Considero [George Shire] que la experiencia del aquí y el ahora, implica no quitar los ojos de las miserias que le ha traído el neoliberalismo al mundo y lo que tratamos de hacer es pensar a través de esa visión colonialista de occidente en los dos contextos: subjetividad y sujeto.”[21]

 

El grupo de El Cairo se ubica en esta transición del pensamiento y la experiencia, presentándolos como dos momentos del proceso creativo que se afectan y superponen para avanzar. A partir de ejemplos de la propia producción artística [Rana ElNemr], se problematiza la traducción de la experiencia artística en lo técnico, pensando en la experiencia que queda afuera, a la vez que el concepto aparece como una manera de recoger, pero también de nuevamente ser experiencia hasta devenir en un resultado.

 

Pensando en la posibilidad de traducción y trabajo desde la experiencia, aparece la pregunta por la transición experiencia-concepto tanto en los procesos de creación como educativos relacionados con arte. Dejando nuevamente preguntas por el intercambio, lo técnico, la parte de la experiencia que la imagen deja por fuera y que no es visible, guiable o enseñable: “¿Cuando una imagen refuerza un concepto bien conocido? ¿Cuándo presenta algo “no dicho” acerca de la experiencia?”[22]

 

Cada uno de estos apuntes parece abordar la cuestión de dónde aparece y desaparece la experiencia, las condiciones para esta aparición o desaparición y las problemáticas que hacen difícil trabajar con, compartirla o referirse a ella.

 

Cruces y preguntas:

 

Si bien todos los grupos abordan la experiencia en comparación a un término que la complejiza, la esconde o hace difícil trabajar con ella, sería posible pensar en las relaciones de estos términos entre diferentes grupos y plantear preguntas o reconocer cruces distintos.

 

Tanto el grupo de Bogotá como de San Juan entienden que hay términos que se enuncian o aparecen como experiencia (los sistemas artísticos y la educación hegemónica), pero que en realidad solo generan la aparición a unas prácticas, fijas y legitimadas o “comunes”, que no dan cabida a una verdadera aparición de la experiencia cotidiana o particular. Es decir, formas de experiencia artística o educativa que ocultan o impiden la aparición de una experiencia completa y propia.

 

De modo análogo el grupo de Kampala se pregunta por las influencias presentes en sus sistemas culturales, educativos y en su cotidianidad en general. Así, la experiencia aparece una dimensión completa de la vida y podría afiliarse a la idea de subjetividad o condición humana que proponen los demás grupos.

 

El grupo de Brasilia, si bien propone también la dificultad de aparición de la experiencia, basada en las condiciones actuales de vida e interacción entre las personas, propone sin embargo un acercamiento desde un término que es posterior a la experiencia o se establece para relacionarse con ella: el intercambio. En este sentido este grupo y el de El Cairo proponen una lectura a partir del trabajo temporal con la experiencia, su traducción o conceptualización y en este sentido, también una pérdida del sentido o de la completitud (necesidad  de completar)  de la experiencia en toda su complejidad.

 

Por otro lado y bajo la preocupación venida desde el siglo XX con pensadores como Walter Benjamin y otros más recientes como Boaventura de Souza sobre la pérdida de la experiencia, los grupos de Brasilia, Bogotá y San Juan plantean esta pérdida de la experiencia, o, su no aparición en prácticas educativas, culturales y artísticas relacionadas con las maneras en que se imponen o funcionan ciertas instituciones, tradiciones y cánones tanto en el mundo del arte como de la educación.

 

Estos grupos, sin embargo, reconocen que existen gestos, decisiones o prácticas liberadoras que permiten la aparición de la experiencia y que, en medio del trabajo desde el mundo del arte y la educación, transcurre en esta búsqueda.  

 

Compartimos una visualización final de los asuntos tratados en la videoconferencia:

  Grafik experiencia 1

  Grafik experiencia 2

 

Estos cuadros evidencian cruces, categorías y relaciones posibles entre los participantes del glosario sobre experiencia realizado en el marco de Another Roadmap School (2016).

 

Estos grupos enuncian diferentes lugares de la relación entre artes y educación. En este sentido sitúan la palabra experiencia relacionada a un universo que la problematiza y la pone en relación con otros términos. Después de generar gruesas categorías desde cada una de las presentaciones hechas por lo grupos presentados, se establecen maneras de trabajar o problemas comunes. Se proponen algunos cruces y plantean preguntas que pueden aportar al diálogo y trabajo en red.

 

 

Texto elaborado a partir de las intervenciones de los participantes del glosario multi-vocal: Mareia Quintero (Puerto Rico), Cayo Honorato (Brasil), George Shire (Uganda), Rana El ElNemr (Egipto), Federico Demmer, Marcela Garzón, Miguel Huertas, Mónica Romero, Patricia Triana -en representación del grupo de Bogotá- (Colombia). Como oyentes estuvieron: Sofía Olascoaga (México), Hewton Tavares (Canadá) y Nora Landkammer (Suiza). Participaron también Moisés Londoño y Lyz Torres en la compilación, transcripción de intervenciones, traducción y elaboración de textos finales.

 

[1] Tomado del texto presentado por Brasilia en la videoconferencia

[2] Ibid

[3] Ibid

[4] Ibid

[5] Presentación grupo Bogotá

[6] Tomado del texto presentado por San Juan en la videoconferencia

[7] Ibid

[8] Ibid

[9] Intervención grupo Kampala videoconferencia

[10] Ibid

[11] Ibid

[12] Presentación de El Cairo

[13] ibid

[14] Intervención Brasilia videoconferencia

[15] Intervención San Juan en videoconferencias

[16] Ibid

[17] ibid

[18] ibid

[19] Intervención Kampala en videoconferencia

[20] ibid

[21] ibid

[22] Intervención El Cairo en videoconferencia


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